Camino por el borde de un vaso. Es estrecho, pulido, resbaloso y, por supuesto, curvo. La curvatura es lo que define la esencia del vaso. He visto intentos de vasos cuadrados pero nunca me parecieron vasos. La curvatura y el poseer fondo. Mi vaso es curvo –cilíndrico diría mi profesor de geometría- y tiene un fondo lejano que no alcanzo a divisar. Está lleno de un líquido oscuro que parece agitarse con un maremoto en miniatura. Es una suerte que mis vasos siempre estén llenos. O al menos que yo siempre los vea así. Conozco demasiada gente con vasos vacíos. Es más, conozco demasiada gente que trata de convencerme de que mis vasos están vacíos. Aunque yo los veo llenos. Siempre. Incluso éste por el que camino con cuidado, tratando de no resbalar. Camino por el borde pulido teniendo a un lado el líquido oscuro con su oleaje y al otro un precipicio interminable. El precipicio es luminoso pero no alcanzo a ver el fondo. Estoy seguro que la caída sería fatal. Aunque no vea el fondo, aunque ...
No importa quién seas. No importa qué hiciste. Son sólo los textos, las palabras.