No hizo falta que doblara el pasillo para que su presencia se notara. El frío, el vacío; esa sensación conocida. Avanzó sin ruido y se paró a las puertas de la sala de terapia intensiva casi por cortesía, como solía hacer. El médico dejó por un momento la lectura, levantó la cabeza e intentó disfrazar el gesto de decepción, mientras preguntaba - ¿Cuánto hiciste? - ... - ¿No es un poco temprano para que vengas acá? Me parece que te queda laburo afuera; digo, todavía falta un rato para que salga el sol. - No hay más tiempo, en media hora se cae un avión en China. - ¿Media hora? Mmm, mejor andá directamente para allá, que no vas a llegar... - Yo siempre llego, y no me obligues a los lugares comunes que sabés que los detesto, ya suficiente con tener que andar con esta al hombro nada más que por tradición.- y la guadaña brilló en un reflejo azul que metió miedo. - No, yo porque... - ... - Está bien, ¿cuánto te falta? - Tres. - ¿Tres, en serio? - Siempre es en serio... - No, esta vez son muc...
No importa quién seas. No importa qué hiciste. Son sólo los textos, las palabras.