Mi alma está dudando. Debería haberse ido, pero está dudando. Se suponía que no iba a pasar del martes a la noche, que ya no tenía ningún motivo para quedarse, pero está dudando. Se separó de mi cuerpo, se alejó unos metros o unos minutos o unas horas, no es muy clara la diferencia, y cuando nada lo hacía pensar como posible empezó a dudar. No sabía muy bien si irse o quedarse. Tampoco sabía muy bien si es que realmente estaba, si eso que le pasaba era estar en algún lado, en algún momento, en algún lugar. ¿Es que acaso eso era lo que llamaban limbo? ¿Es que acaso debía aceptar que lo del paraíso y el infierno era cierto y entonces también era cierto lo del limbo, que hay un lugar o un momento o un algo donde se estacionan y se quedan los que dudan, los que no son ni una cosa ni la otra, los que no se pueden clasificar ni etiquetar? Mi alma no parece saber las respuestas, pero se detuvo a dudar y me mira, no sabe si debe quedarse o irse, si soy yo, si valgo la pena. Eso, eso es precisa...
No importa quién seas. No importa qué hiciste. Son sólo los textos, las palabras.