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Cuestión de equilibrio

Es de noche y estoy cansado. Subo al taxi. El tachero ni gira la cabeza, apenas alza los ojos y me mira en el espejo. No habla. Espera mi indicación.
- Balcarce e Independencia, por favor.
Arranca. No alcanza a avanzar tres metros que empieza con su discurso.
- Calor, ¿no? Pleno agosto y este calor. Es una locura. Uno ya no sabe que pensar. Un día calor, al otro día caen piedras grandes como sandías, al otro un frío polar. Salís a la mañana y te abrigás porque si no te morís de frío. A las diez de la mañana no sabés qué hacer con toda la ropa que te pusiste del calor que hace. El mundo se va al carajo y por algún lado explota. Todo este quilombo es por algo. El hombre jode y jode y jode y por algún lado el mundo explota. La naturaleza te pasa la factura. Es una cuestión de equilibrio. No puede ser todo gratis, en algún momento se paga.
- ¿Le parece?
No creo que haya escuchado mi pregunta, pero igual sigue.
- El mundo está dado vuelta. Mucha joda en todas partes. El hombre meta bomba por todas partes como si nada. Y eso tiene que generar un desequilibrio. No puede ser gratis. En algún lado te pasan la factura. Por qué te crees que hay tanto terremoto, tanto huracán, tanta inundación, tanto saromi.
- Tsunami...
Me mira fijo en el espejo. Ahora me doy cuenta de que el espejo está orientado para verme a mi y no a los autos que vienen de atrás. Al fin y al cabo, si vienen de atrás que lo vean ellos debe ser el pensamiento. Me mira fijo y retoma.
- ¿Cómo es? ¿Tsunami? Bueno, eso, la ola de no sé cuantos metros que tapa todo. ¿Por qué te crees que hay tanto bolonqui? Por culpa del desequilibrio. Porque el hombre está jodiendo todo con esa maldita costumbre de no respetar los equilibrios. Ya no respetamos nada. Como acá. La calle es una selva y nadie respeta nada. ¿Vos te crees que alguien me respeta? Se suben catorce o quince personas por día a mi taxi. ¿Vos te creés que alguna me respeta? Ni una viejo. Y no te ofendas, pero vos tampoco me respetás. ¿Nos conocemos? No, nunca nos vimos. Sin embargo subís y me tuteas como si fuera tu hermano. Y no soy tu hermano. Si fuera tu hermano no tendría que llevarte hasta el culo del mundo a esta hora de la noche.
- Es San Telmo, no es tan lejos.
- Es igual, flaco. No estoy hablando específicamente de este viaje. Cuando te digo “el culo del mundo” te quiero significar un ejemplo, una manera de decir.
- Una metáfora.
Me vuelve a mirar.
- Eso, una metáfora. ¿Ves? Este es otro ejemplo de desequilibrio. Yo largo un montón de palabras, vos decís dos pero son las correctas. Yo no pude estudiar porque me tuve que romper el lomo de chiquitito mientras que los tipos como vos nacen en cuna de oro. Y claro, después saben cómo se dice todo. ¿Cómo era la ola? ¿Cadomi?
- Tsunami
- Eso, Tsunami. ¿Te imaginás una así en Buenos Aires? Nos tapa la mierda a todos, jejeje. Si se encabrita el río nos tapa la mierda a todos, je.
Para en el semáforo. La calle está desierta y parece un poco fuera de contexto ese auto solitario detenido en esa esquina. Alza los ojos y vuelve a mirarme.
- Todo se paga. El mundo vive desequilibrado y tiene que encontrar el equilibrio. Si en algún lugar hay mucho, en el resto hay poco. Es como la guita. Vos tenés guita y te tomás un taxi. Yo no tengo nada y me paso el día como un perro detrás del volante para juntar unos mangos.-
No me gustó el tono ni el contenido del comentario. No alcancé a decírselo. Las dos puertas traseras se abrieron y entraron los dos hombres que surgieron de la nada, dos sombras en la sombra. El de mi derecha me pega una trompada a manera de presentación. El de mi izquierda me clava el caño de una pistola en las costillas. El otro vuelve a pegarme. El tachero arranca y me dice.
- No te hagás pegar, flaco. Dale toda la guita y quedate mosca. Ya te dije, es una cuestión de equilibrio. Vos la tenés, nosotros la queremos. Dásela y a otra cosa.



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