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Mostrando entradas de septiembre, 2024

Llamó el Spirit

El teléfono vibró a las cuatro de la mañana. No había misiones en curso, no podía haber emergencias. La familia dormía en casa, no podían ser los chicos. Hubo un momento de duda y estiró la mano para tomar anteojos y celular. El mensaje le despertó el adormilado cerebro con el poder de una ducha helada: “Llamó el Spirit, está vivo pero raro. Sería bueno que vengas.” Saltó de la cama y mientras se duchaba le daba vueltas a la frase sin poder definir qué lo inquietaba más, si el hecho de que el Spirit se hubiera despertado en Marte después de tantos años de incomunicación o el “está vivo pero raro”, ¿raro qué? ¿raro cómo? ¿raro por qué?    Recorrió los cinco kilómetros que separaban su casa de las oficinas de la Agencia pensando una sola cosa: ¿es realmente posible que un robot pueda recibir una carga de energía tal que reactive sus circuitos por si mismo después de años de inactividad? ¿Cómo puede autoencenderse una máquina en desuso? ¿Qué puede ser más raro que eso? Fantasmas en la máq

Astronauta

 Me llamó Ricardo. Parecía muy preocupado. Hace mucho que no lo veo, ni siquiera en las redes. No sé en qué andará. Me dijo que necesitaba encontrarme, que no podía decirme el por qué por teléfono pero que tenía que verme. Sonaba mal, como si estuviera muy lejos, como si estuviera muy solo, casi como si estuviera en el medio del espacio exterior, un astronauta sin casco y desprendido de su cápsula. Y sonaba angustiado, o algo más que angustiado, no digo desesperado, pero algo así. Muy distinto a como fue siempre, tan calmado, tan superado, tan de vuelta de todo sin haber estado de ida de nada. No pudimos hablar mucho, pero quedamos para vernos un par de días después en el bar de costumbre. Me dijo que era urgente, que no faltara, que era muy importante para él. Agendé la cita, me extrañé un poco por la llamada y a los diez minutos me olvidé por completo del tema, de Ricardo y de sus posibles motivos. Por eso cuando mi celular me recordó la cita me encontró ocupado y casi al otro lado d

Schedule

 Se enorgullecía de ser un tipo tranquilo, calmado y amable, que mantenía buenos modales y manejaba sus relaciones con cordialidad en todo momento, con una única excepción: si algo le molestaba era que se le complicara la agenda. Los acontecimientos inesperados lo ponían absolutamente fuera de sí. Le pasó toda la vida y, tal vez justamente por eso, no creía que hubiera absolutamente nada extraño en ese rasgo de su personalidad y, por ende, no había nada que él tuviera que hacer para modificarlo. Quienes lo conocían sabían cómo era y debían respetarlo. Y quienes no lo frecuentaban tanto no tenían por qué objetarle ser un tipo organizado. Desayunaba a las ocho, trabajaba hasta las doce, bajaba a hacer algunas compras, almorzaba mirando la tele, volvía a trabajar hasta las seis de la tarde, iba a entrenar unas dos horas al gimnasio y cenaba siempre entre las nueve y las nueve y media. Alguien podría decir que su vida era demasiado ordenada y rutinaria, pero a él no le importaba, no molest