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Mostrando entradas de septiembre, 2013

El Sanador

Estoy en la fila, como todos. Delante de mí debe haber unas cincuenta o cien personas, no soy muy bueno para calcular. Detrás de mi, otras tantas. O tal vez más. Hay de todo. Hombres, mujeres, chicos, animales e incluso hasta algunas plantas. No sé quién las trajo, parece que hubieran venido solas pero cada vez que levanto la vista las veo conservando su lugar en la fila, avanzando a paso lento como todos, deslizando sus macetones sin hacer ruido, sin decir palabra. En realidad, son las únicas que no hablan. En la fila todos comentan sus dolencias con los ocasionales vecinos, estableciendo una intimidad casual amparada en la necesidad común, en la circunstancia desgraciada y a la vez feliz. Desgraciada por el motivo. Feliz por la solución al alcance de la mano. Como la señora que explica a los cuatro vientos que ella no cree, pero que viene por su hijo, que si cree y está en cama esperando su pedazo. Dice que sólo necesita un pedacito pequeño, que con unos gramos se arregla. O los tull