Un estornudo. Es eso, es un estornudo, todo pasa en el tiempo de un estornudo. Estás en el patio del jardín de infantes subiendo los cinco escalones del tobogán y te parece que no puede haber un lugar más alto en todo el mundo. Parpadeás, y tu maestra de séptimo pasa por el medio de las filas con la canasta de medialunas y el carro de mate cocido y al rato te matás para ganar los clásicos del Colegio con la tarde, pero sabiendo que lo mejor del partido van a ser los comentarios posteriores del Sambu y la calentura de Lato y terminás dentro de la pileta, vestido, un poco entonado y festejando el egreso. Militás el regreso a la democracia en la facultad y te convencés de que podés ayudar a cambiar al mundo mientras que al mundo le chupa un huevo y sigue dando vueltas despacio alrededor del sol. En paralelo, un sábado en el que corría Reuteman, tu viejo te mira y dice vamos a comprar una tele color, quiero ver bien la carrera y te brilla la carita y salís corriendo con él a elegirla y un martes por la tarde lo encarás al director de marketing de la empresa para la que trabajás y le decís que hay un medio nuevo que va cambiar el mundo y que no podemos no subirnos a él y le presentás algo que se llamaba internet, y un jueves por la noche editas con una app de IA en tu celular la foto de tu hija menor y la hacés cantar villancicos que nunca supo. El dedo te lleva a recorrer la costa atlántica para que un día tu pasaporte se llene de sellos y una noche estés abrazado con tu viejo en Tokio gritando ¡Ole! Mientras Román le esconde la pelota a Makelele. Y arrancás con dos ambientes y después te compras tres con hipoteca y después el PH con una hamaca en la terraza y después la casa en el country y la 4x4 y una mañana de calor lo mirás a tu hijo y le decís ¿y si vamos a comprar una pileta? y él te mira con el mismo brillo en los ojos que vos tuviste ese sábado de Fórmula 1. Y largás tu laburo corporativo y armás una agencia y a la agencia le va bien pero en un momento dado a vos ya no tanto y te vas y armás otra y lo mismo y armás una tercera y perdés la casa del country y la 4x4 y volvés a un dos ambientes alquilado y hasta alguna vez te cortan la luz por falta de pago pero vos decís todo va a andar bien y acomodás y ponés primera y volvés a arrancar. Y Hernán te leía los libros de Emilio Salgari y vos le leíste a tus chicos los de Tolkien y después aparecieron Juegos y Lobos Afuera y Hay noches y todos los demás. Y en el corazón te cabían mamá, papá, los abuelos y tus hermanos, pero lo agrandaste y subiste a los amigos del jardín, de la primaria, de la secundaria, de la facultad, de las facultades, del laburo y del segundo laburo y del tercero y del cuarto y los amigos de tus amigos y los que no sabés de dónde salieron pero están y los amores que idealizaste y los que concretaste y los que olvidaste y los que te olvidaron y los que ni te diste cuenta y los que ni te notaron y los que fueron y se terminaron y tus hijos y los hijos de tu mujer y sus parejas y los perros y los gatos y cuando llenás la ficha del gimnasio y te preguntan si tenés problemas en el corazón decís no, papá, mientras se siga estirando está perfecto y levantás la cabeza y los mirás a todos en el espejo fileteado y gritás ¡Corránse un poquito para atrás y hagan lugar que el viaje sigue!
Constitución/60/Tigre Hotel