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Constitución/60/Tigre Hotel

Un estornudo. Es eso, es un  estornudo, todo pasa en el tiempo de un estornudo. Estás en el patio del jardín de infantes subiendo los cinco escalones del tobogán y te parece que no puede haber un lugar más alto en todo el mundo. Parpadeás, y tu maestra de séptimo pasa por el medio de las filas con la canasta de medialunas y el carro de mate cocido y al rato te matás para ganar los clásicos del Colegio con la tarde, pero sabiendo que lo mejor del partido van a ser los comentarios posteriores del Sambu y la calentura de Lato y terminás dentro de la pileta, vestido, un poco entonado y festejando el egreso. Militás el regreso a la democracia en la facultad y te convencés de que podés ayudar a cambiar al mundo mientras que al mundo le chupa un huevo y sigue dando vueltas despacio alrededor del sol. En paralelo, un sábado en el que corría Reuteman, tu viejo te mira y dice vamos a comprar una tele color, quiero ver bien la carrera y te brilla la carita y salís corriendo con él a elegirla y un martes por la tarde lo encarás al director de marketing de la empresa para la que trabajás y le decís que hay un medio nuevo que va cambiar el mundo y que no podemos no subirnos a él y le presentás algo que se llamaba internet, y un jueves por la noche editas con una app de IA en tu celular la foto de tu hija menor y la hacés cantar villancicos que nunca supo. El dedo te lleva a recorrer la costa atlántica para que un día tu pasaporte se llene de sellos y una noche estés abrazado con tu viejo en Tokio gritando ¡Ole! Mientras Román le esconde la pelota a Makelele. Y arrancás con dos ambientes y después te compras tres con hipoteca y después el PH con una hamaca en la terraza y después la casa en el country y la 4x4 y una mañana de calor lo mirás a tu hijo y le decís ¿y si vamos a comprar una pileta? y él te mira con el mismo brillo en los ojos que vos tuviste ese sábado de Fórmula 1. Y largás tu laburo corporativo y armás una agencia y a la agencia le va bien pero en un momento dado a vos ya no tanto y te vas y armás otra y lo mismo y armás una tercera y perdés la casa del country y la 4x4 y volvés a un dos ambientes alquilado y hasta alguna vez te cortan la luz por falta de pago pero vos decís todo va a andar bien y acomodás y ponés primera y volvés a arrancar. Y Hernán te leía los libros de Emilio Salgari y vos le leíste a tus chicos los de Tolkien y después aparecieron Juegos y Lobos Afuera y Hay noches y todos los demás. Y en el corazón te cabían mamá, papá, los abuelos y tus hermanos, pero lo agrandaste y subiste a los amigos del jardín, de la primaria, de la secundaria, de la facultad, de las facultades, del laburo y del segundo laburo y del tercero y del cuarto y los amigos de tus amigos y los que no sabés de dónde salieron pero están y los amores que idealizaste y los que concretaste y los que olvidaste y los que te olvidaron y los que ni te diste cuenta y los que ni te notaron y los que fueron y se terminaron y tus hijos y los hijos de tu mujer y sus parejas y los perros y los gatos y cuando llenás la ficha del gimnasio y te preguntan si tenés problemas en el corazón decís no, papá, mientras se siga estirando está perfecto y levantás la cabeza y los mirás a todos en el espejo fileteado y gritás ¡Corránse un poquito para atrás y hagan lugar que el viaje sigue!
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