Un día Malena decidió salir sin sus anteojos de realidad aumentada. No lo hizo por rebeldía, jamás cuestionó el sistema ni las reglas que aprendió a obedecer desde sus días en la Casa de Primera Infancia en la que se crió. Tampoco lo hizo por curiosidad, no era una persona que quisiera conocer absolutamente nada por fuera de lo que estaba establecido para ella en el Sector 14 en donde vivía desde que terminara su educación en oficios en la Sala de Juventud. Ella sabía perfectamente que los anteojos eran obligatorios e imprescindibles para moverse eficientemente por la ciudad, que sin ellos estaría completamente aislada de toda la información necesaria para cada pequeña tarea que encarara, incluso la tan mínima como llegar sin contratiempos a su lugar de trabajo, Malena era una buena ciudadana y lo demostraba cada día. El problema fue que, por un descuido suyo en la carga, los anteojos no funcionaban esa mañana y ella no recordaba dónde había guardado el par de repuesto. Podría haber re...
No importa quién seas. No importa qué hiciste. Son sólo los textos, las palabras.