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Sesión

La escena es bastante sencilla de imaginar. Todo transcurre en el consultorio del Terapeuta, con dos personas sentadas frente a frente escritorio de por medio. En algunos casos, las dos personas son el Terapeuta y la Madre. En otros, el Terapeuta y la Hija, aunque no es necesario que fuercen la imaginación para crear las caras de la Madre y de la Hija; bastara con saber que ambas pueden representarse como la misma mujer que cambia su gesto al pasar de una a la otra, de un rictus afectado de forzada simpatía a un rostro huidizo de exagerada timidez.

- Dibujá una casa
La Hija toma el papel y hace un dibujo pequeño en la parte inferior de la hoja. Cuando termina hace un gesto como para devolver la hoja pero se detiene y pregunta – ¿Esta bien así o hago más?
- Como vos quieras.
Entonces la niña duda un momento, lo piensa y vuelve a comenzar.

- ¿Y de chica como era?
- No sabe, era tan buenita. Así como la ve ahora, un bebé que casi no lloraba, que no se fastidiaba por nada. Casi le diría que yo no se lo que es tener un bebé, porque la verdad que problemas no me dio nunca. No, de carácter fue siempre igual. Yo siempre pienso que salió parecida a mi mamá, aunque ella nunca la haya conocido.
- ¿Le contaron alguna vez que su abuela se suicido?
- No. ¿Para qué, si nunca la conoció? Además, lo que le pasa no es que tenga problemas familiares sino que le esta yendo mal en el colegio; nosotros andamos bien.
- ¿Se acuerda de algún momento desagradable en la infancia de su hija?

- Una vez casi me ahogo en serio
- ¿Qué pasó?
- Estaba en el mar y no podía salir. Yo gritaba y mi mamá no me oía. Al final me sacó el bañero.
- ¿Y qué te dijeron?
- Nada.
- ¿Tu mamá no te retó, no te dijo nada?
- No.

- ¿Por qué dice que ella miente?
- Porque cuando yo le preguntaba cómo le iba en el colegio me decía que bien, y después aparecieron las notas…
- Sin embargo es una chica inteligente.
- Por eso, si yo le digo que nunca tuvo problemas hasta ahora. Ninguna enfermedad seria más allá del asma, ningún accidente importante. Siempre fue una nena normal, dócil; nunca tuvo problemas en la escuela primaria…
- ¿A qué jugaba?
- No sé, a lo que juegan todas las chicas.

- ¿A qué juegan las nenas?
- A juegos de nenas
- ¿Como cuál?
- …
- Decime alguno.
- No sé, cualquier cosa, juegos de nenas.
- Uno que se te ocurra ahora.
- No sé, al elástico.
- ¿Y vos por qué no jugás?
- Porque es de nenas.
- ¿Antes jugabas?
- No.
- ¿Por qué?
- Porque no me gusta.

- ¿Cuándo empezó con el asma?
- Cuando era chica. Yo también tuve asma de chica, pero después se me fue. Seguro que a ella le va a pasar lo mismo; si yo también hacía mis crisis de espasmos y acá me ves, ya debe hacer como veinte años que no tengo nada
. - ¿Tuvo alguna otra enfermedad importante?
- ¿Quién, yo?
- No, su hija.
- No; que yo me acuerde no. Alguna alergia alguna vez, cosas sin importancia; como todos los chicos, supongo.

- Otra vez fue mi hermana la que casi se ahoga.
- ¿Qué pasó?
- Se cayó a la pileta cuando era chiquita.
- ¿Vos la viste?
- Si.
- ¿Y qué pasó?
- Llamé a mi mamá pero no me creyó.
- ¿Cómo no te creyó?
- Pensó que era un chiste.
- ¿Y entonces?
- La saqué yo.

- ¿Cómo se lleva con la hermanita?
- Mire, yo creía que se llevaban bien, pero ahora se aparece con esto de que quiere un cuarto para ella sola y la verdad que no sé qué pensar. No es que no podamos dárselo; no sé, el escritorio de mi marido podría servir, pero ¿para qué? Si el cuarto de las chicas es tan lindo. Además, tampoco es cuestión de alterar a toda la familia por un capricho.
- Tal vez tenga que ver con la edad.
- ¿Por qué? ¿Por la adolescencia? No, si ella no es como los otros chicos, que son unos caraduras insolentes; ella no contesta mal, no grita, no se queja. No, la verdad que no entiendo qué le pasa.
- ¿Y a su marido qué le parece?
- El no dice nada. Trabaja mucho, pobre. No tiene tiempo para ocuparse de estas cosas.

- ¿Querés que charlemos de otra cosa?
- Como quiera.
- ¿De qué querés hablar?
- No sé.
- ¿Del colegio?
- Bueno.
- Contame del colegio.
- …
- ¿Te gusta?
- Si.
- ¿Y cómo te va?
- Bien.
- Pero las notas no son tan buenas.
- No.
- ¿Y por qué?
- No sé.

- ¿Tiene muchas amigas?
- No, muchas no. Lo que pasa es que es muy tímida, vergonzosa como era la abuela.
- ¿Se acuerda el nombre de alguna amiga de su hija?
- …No. Claro, con el cambio de colegio…¿se imagina?, las chicas dejan de verse, toda gente nueva…
- ¿No le contó sobre algún grupo o alguna chica en particular?
- Ella es muy reservada, como el padre; me cuenta muy pocas cosas…

- ¿Cómo te llevás con las otras chicas?
- Bien.
- ¿Tenés muchas amigas?
- Más o menos.
- ¿Más, o menos?
- No, no muchas.
- ¿Por qué?
- …
- ¿No te gusta estar con las otras chicas?
- Soy tímida.
- ¿Y con tu hermanita?
- Es muy chica.

- ¿Y usted cómo se llevaba con su madre?
- No soy yo la que tiene problemas en el colegio. No me parece que sea demasiado importante; además, no veo en qué le pueda afectar a ella cómo me llevaba yo con mi mamá. En realidad, que a ella le vaya mal me hace sufrir a mí y no a la inversa. ¿Se imagina la angustia que me causa ver que no rinde en el colegio cuando todos sabemos que es una chica inteligente? Yo siempre le digo que no me puede hacer esto, sabiendo lo nerviosa que me pongo. Es lo mismo que cuando hace sus crisis. Ella se pone a jadear y los que nos angustiamos somos nosotros.
- Es la hora. ¿Por qué no vuelven juntas la semana que viene y lo conversamos los tres?

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