Se conocen desde siempre, aunque nadie les presta demasiada atención. Es como esos viejos tíos molestos y antipáticos, todos saben que están, pero nadie los visita. Dicen que los hicieron en la época de la colonia, que se usaban para contrabandear mercaderías pasando por debajo de la aduana y que por eso tienen diferentes entradas en la zona a la que llegaba el río antes de que Buenos Aires fuera moderna y se expandiera incluso sobre tierras ganadas al agua, como si no bastara la pampa infinita para crecer hacia el oeste o hacia el sur o hacia el norte. Algunos libros antiguos tienen su traza, pero nadie puede asegurar que sea realmente la correcta porque nadie los recorre en estos días y, por supuesto, a los contrabandistas de antaño no les interesaba documentar con precisión formal su existencia. Y si las entradas están en varios puntos cercanos al río, las salidas son un poco más misteriosas ya que hay varias que quedaron enterradas bajo los nuevos edificios y algunas que aparecen e...
No importa quién seas. No importa qué hiciste. Son sólo los textos, las palabras.