Hace años que me visita un fantasma. Bah, no sé en realidad si decir que es un fantasma o un muerto, no termino de entender la diferencia, aunque a falta de una explicación mejor me gusta pensar que lo que define a uno y otro es algo así como su manifestación física. Es pensar que quizás la diferencia pase por lo corpóreo de la aparición. Tal vez los fantasmas sean sólo imagen, algo así como el holograma de los muertos, un estadio más avanzado y esencial que ha conseguido prescindir de toda materia para mostrarse sólo como imagen. Si aceptamos esto, lo que me visita hace años es definitivamente un muerto. Su cuerpo es palpable. Sus carnes putrefactas de color gris terroso, llenas de pústulas y a punto casi de desprenderse de sus huesos, son bien concretas y cada vez que viene se instalan frente a mi tratando de llamar mi atención. Sus ropas de color indefinido, harapos cubiertos de polvo, no logran ocultar a los gusanos que lentamente lo van carcomiendo, horadando sus tejidos por aquí ...
No importa quién seas. No importa qué hiciste. Son sólo los textos, las palabras.