Foto: Anibal Rodolico Juan es un hombre común, como cualquiera. Se levanta a las siete menos cuarto todos los días, corre unos cuarenta y cinco minutos, se baña, desayuna y sale a trabajar. Tiene un trabajo común, como el de todo el mundo, que le ocupa unas diez horas del día. En sus días de trabajo muchas veces se aburre, algunas se apasiona y unas pocas son jornadas realmente excepcionales, pero eso sí, en ninguno producirá nada irremplazable en la historia universal, como casi todo el mundo por otra parte. Juan tiene una novia especial, como todos y unos amigos fantásticos, como cualquiera. Los ve un par de veces a la semana, por la noche, cuando el trabajo se termina y la vida que se parece a la vida empieza. Los ve por algunas horas y eso le permite volver feliz a su casa y estirarse en el potro, como todo el mundo. Juan empezó estirando lo justo, con las ataduras de tobillos y muñecas habituales, pero poco a poco fue perfeccionando la estirada y añadiendo puntos de enganch...
No importa quién seas. No importa qué hiciste. Son sólo los textos, las palabras.