- Escuchá: hay lobos afuera. - ¿Cómo querés que escuche con la tormenta que hay?. Lo único que se oye es el viento, la lluvia y los truenos. - No, boludo. Escuchá bien. Escuchá los gruñidos. - No escucho nada. - Vos porque no querés escuchar. - No sé, lobos o no lobos hay que ir a buscar ayuda. Si nos quedamos acá nos va a tapar la tormenta. - Pero si salimos nos matan, te digo que hay lobos. - Yo no escucho nada. Ni un aullido. Los lobos aúllan, no sé cómo hacés para identificar un gruñido, por ahí no son lobos. - Puede ser, por ahí no son lobos, son chacales. Una jauría de chacales esperando que pongamos un pie fuera de la cabaña. - ¿Chacales? ¿Y se puede saber cuándo en tu puta vida viste un chacal? - Vi muchos. Sin ir más lejos, hace un mes pasaron un documental sobre chacales en National Geographic. - Ah, ya veo de dónde viene el delirio. - No es ningún delirio. Escuchá bien. -... - Shhh!! ¡Ahí! ¡No me vas a decir que no escuchaste el gruñido! - ¿Te parece que fue un gruñido? -No,...
No importa quién seas. No importa qué hiciste. Son sólo los textos, las palabras.